martes, 29 de septiembre de 2009

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Lo obsceno de tu reproducción en el tiempo: un cuerpo ajado que se repite hasta agotarse. Sos la materia que urge detrás del viento, siempre tarde y devuelta en el camino, ese que siempre esta mutilado por tu ojo neutral. Una piedra que funciona de reposo, o el lamento perpetuo, o tu cuerpo seco, fundido en la dureza del suelo. La esperanza no es la espera dormida en tus músculos, es la incomodidad de un espejo infinito, donde solo puede entrar aquel que quiera repetir sus pensamientos, siempre ordenados, bajo la tutela de alguien que siempre está, que no deja, y está, simplemente está, castigando, anulando, perfectamente anudado a tu cuerpo. No duermas más en esa casa imantada, en esa habitación que no gira, que está latente, pero no advierte tu movimiento. No duermas en esa cama pretérita, invisible, anormal, donde todos duermen, en estado de alerta. No es tu hábitat.

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